
Buenas noches.
Desde que el Presidente Andrés Manuel López Obrador me incluyó en una terna para formar parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en 2023, me pronuncié a favor de la democratización del Poder Judicial, de la eliminación de los ofensivos privilegios de los ministros y ministras y de la necesidad de tomar decisiones con un sentido de justicia social.
Por eso, para mí, la democratización, como dijimos, significaba tanto elegir a las personas juzgadoras a través del voto popular, como cambiar su actuar en favor de los derechos de todas y de todos.
De hecho, nuestra Constitución asume como concepto de democracia el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo. Desde junio del año pasado, apenas inició el debate sobre la reforma judicial en el Congreso de la Unión, elaboré un diagnóstico del Poder Judicial que presenté en casi un centenar de eventos a los que fui invitada en universidades, barrios, ejidos y comunidades de las 32 entidades federativas de nuestro país.
A partir del 30 de marzo, cuando inició la campaña, tuve oportunidad de acudir por segunda ocasión a cada estado y exponer en un centenar de eventos más ese diagnóstico, así como tres propuestas de campaña.
En total, en más de 200 eventos he podido conversar con cerca de 100,000 personas de las 32 entidades federativas sobre las razones por las que he afirmado que el viejo Poder Judicial ha sido elitista, lento, abusivo, clasista, racista, sexista, nepotista y corrupto.
En campaña, además, me comprometí a impulsar la justicia social a través de la construcción de criterios que hagan justiciables los derechos sociales, con responsabilidad y sin invadir las facultades de los poderes legislativo y ejecutivo, pero asumiendo que se trata de derechos humanos y constitucionales que no pueden seguir siendo letra muerta en nuestros juzgados. Dije que desde mi punto de vista el nuevo Poder Judicial debe, además, garantizar el acceso a la justicia a quienes no lo tienen ni lo han tenido en nuestro país, a través de distintos medios, como el fortalecimiento y protección de las defensorías públicas, las procuradurías de derechos y las comisiones de derechos humanos.
También estuve anunciando que no descansaría hasta lograr detener el enorme abuso que significa la autoasignación de remuneraciones por encima del límite constitucional. Y denuncié hasta donde llegó mi voz que en el Poder Judicial de la Federación hay 2,377 personas servidoras públicas que cobran una remuneración mayor que la de la persona titular de la Presidencia de la República, abuso que asciende a 2,167 millones de pesos al año.
Y por supuesto, también divulgué donde pude que esta ministra y su equipo, cumpliendo el límite que marca la Constitución, le ahorramos al erario casi 15 millones de pesos en un año y cuatro meses que teníamos antes de iniciar la campaña. En lo personal, devolví y dejé de cobrar 3 millones 900,000 pesos en ese lapso.
Sin que suene a presunción personal, puedo decir que prediqué con el ejemplo, porque no podía pregonar austeridad republicana y recibir remuneraciones inconstitucionales. Como dice el dicho, el buen juez por su casa empieza. Asimismo, una vez aprobada la reforma constitucional judicial, intervine con decisión y firmeza para impedir que la echaran para atrás en el Pleno de la Corte.
Denuncié el ilegal paro de labores que detuvo cerca de medio millón de amparos durante más de dos meses y medio, y el acoso judicial que significó la admisión y otorgamiento de más de 500 suspensiones inconstitucionales contra la reforma. También combatí la pretensión de invalidar la propia reforma en la Corte a través de consultas a trámite1 y acciones de inconstitucionalidad.
En el lapso que llevo en la Corte me he pronunciado con base no sólo en la justicia sino en la justicia social. Así consta en las 540 sentencias presentadas y votadas en la Corte, en las que destacan la defensa de los derechos de las personas más vulnerables y desprotegidas. Amigas, amigos: Esta campaña hizo evidente que a la gente le interesa la justicia. A las mujeres, hombres, personas jóvenes, adultas mayores, trabajadores, campesinos, empleados, académicos, estudiantes, artistas, empresarios pueblos y comunidades originarias y afromexicanas, que depositaron su confianza en mi persona, mi eterno agradecimiento y todo mi cariño. No les voy a defraudar.
Son más de cinco millones y medio de votos en favor de la transformación y la justicia. Seguiré defendiendo el derecho a la educación, a la salud, al trabajo, a la vivienda, a un medio ambiente sano, al agua, a la alimentación, a la cultura y a la ciencia y sus beneficios, derechos del pueblo mexicano.
Seguiré combatiendo la corrupción en el Poder Judicial y propugnando por la austeridad, humildad, responsabilidad, vocación de servicio y conciencia social de las personas servidoras públicas. En pocas palabras, seguiré siendo una Ministra del Pueblo.
Ciudad de México, 3 de junio de 2025.
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