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Opinión

MICRÓPOLIS Por Bertoldo Velasco Silva   Una maraña la política

Una maraña la política

 

Cada día me convenzo más que se debe guardar la compostura o como se dice políticamente, “guardar las formas, porque la forma es fondo”, como una vez lo dijo Porfirio Muñoz Ledo, uno de los políticos más experimentados y preparados en estas lides, cuando observamos a practicantes de esta actividad con la piel muy blanda, que se sienten con los merecimientos para alcanzar a escalar en lo inmediato otras posiciones cuando aún no rinden con la que actualmente desempeñan.

Y los que ya llevan años en el ejercicio de la política, se les olvida con el favor de quiénes alcanzaron a llegar a donde actualmente se encuentran, empezando por los diputados locales, los ediles y los legisladores federales, sean diputados o senadores, muchos de ellos, que no toleran se les haga una observación, mucho menos una crítica porque se sienten ofendidos y hasta amenazan con levantar demandas jurídicas por “violencia política” o asumen actitudes de revancha, aun y cuando hay elementos para analizar y fundamentar la crítica, provenga ésta de donde está se dé.

Hay algunos que entienden la política como una manera de servir, de trabajar por sus representados, hay otros que en cuanto llegan al cargo ya están como los chapulines, tratando de saltar al siguiente cargo cuando aún no cumplen por el que fueron electos.

Pero a todos ellos se les olvida o se hacen los olvidadizos por quienes fueron electos, pues realizaron una campaña política donde fueron a buscar a la ciudadanía con quienes establecieron acuerdos y compromisos de que en cuanto llegaran al cargo, responder a esa confianza que les dio el electorado en las urnas.

Hay políticos que por esas actitudes aspiracionistas, complican los procesos internos de los partidos donde fueron abanderados para la disputa de los cargos públicos, y por todos los medios buscan y tratan de imponerse para que en los próximos procesos de elección de candidatos, les “aparten” su lugar para otro cargo de elección, o buscar la reelección, a la que tienen “derecho”, cuando muchos de ellos ni siquiera son capaces de regresar a su distrito a buscar la manera de escuchar a su gente que demanda servicios, o diversos apoyos para salir de sus problemas o cuando menos, ser escuchados.

Hemos observado a legisladores que no regresan a sus respectivos distritos, donde la gente les demanda de su presencia, ah, pero eso sí, frecuentan distritos donde nada tienen que hacer invadiendo al de sus colegas, porque van en la búsqueda de otros satisfactores que no obtienen en el suyo, legisladores que encuentran más comodidad política en zonas que no son las suyas porque la ciudadanía de ese lugar no les reclama nada, porque no los conoce.

Por eso, en este espacio no citamos nombres, porque la verdad les incomoda, se sienten ofendidos si se les señala ese olvido o sus dedazos que perjudican cuando aprueban una ley, hacen una reforma o eliminan dentro de los presupuestos los recursos para esas poblaciones que lo requieren para mejorar su calidad de vida.

Hemos visto pasar tanto a nivel federal como estatal, a legisladores que solo van y levantan el dedo aprobatorio, cuando a veces no saben ni por qué lo hicieron, pero que en su decisión arrastran perjuicios en vez de beneficios. Los hay aquellos que solo van a calentar la curul o a proponer ocurrencias o a ediles que solo responden a sus propios intereses olvidándose de la obligación que les marca el Artículo 115 Constitucional, y que solo ocupan el cargo para satisfacer el ego y no responder a las demandas, que son múltiples, de la población que gobiernan.

Claro, hay excepciones, y están bien definidas, marcadas y los tenemos al del sur como a la del norte, los extremos de la media península, donde su trabajo es visible; de los legisladores federales, que son cinco, solo observamos a uno que otro y de los legisladores locales, pocos son los que aportan con su experiencia y capacidad profesional para la elaboración de leyes que permitan con su decisión, que esta entidad mantenga un crecimiento social y político sostenido.

Para aquel político que desee mantenerse en esa actividad, su mejor carta de presentación ante la sociedad, es el trabajo constante, su permanente acercamiento con la gente, el abanderar las causas sociales, si no es ejecutivo cuando menos que realice una buena labor de gestión, y si es ejecutivo, que salga de la comodidad de su despacho y haga trabajo de campo, como dice el gobernador, más trabajo de campo y menos de oficina, que si lo buscan de la cara y responda, y no que salgan por la puerta trasera escondiéndose para no dar la cara, como sucede con algunos.

La crítica, siempre es constructiva, y hay de aquellos que tengan la piel delgada o son intolerantes, porque son los que menos crecen, y si crecen que no sea basado por el amiguismo o el compadrazgo, sino por méritos propios, porque jamás se les debe olvidar que quien cubre sus jugosos salarios es el ciudadano que con el pago de sus impuestos, que hay que decirlo, no son pocos los pesos que perciben, es decir, es el ciudadano el verdadero patrón de los políticos o funcionarios de elección popular.

Por eso no se debe olvidar este pequeño detalle, sobre todo, cuando aún faltan muchos meses, para que inicie el próximo proceso electoral.

 

 

 

 

 

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