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Opinión

GOBERNANTES AUTOCRÁTICOS por César de Jesús Ortega Salgado

GOBERNANTES AUTOCRÁTICO por César de Jesús Ortega Salgado
 
Él aprendió todas las reglas formales y no escritas de las tradiciones de un régimen autocrático; sus juiciosos maestros, así como los informales, le inspiraron su pasión por los despliegues del poder militar, le adiestraron en el arte de la distracción, le capacitaron para exponer como verdades lo que no es, le dieron elementos para aferrarse solo a su forma de pensar y le enseñaron a combinar un teórico amor por la humanidad con un desprecio práctico por las personas.
 
Aliándose con conspiradores llegó al poder tras el asesinato de su padre, aunque se dice que él pensaba que solo lo forzarían a abdicar.
 
Durante su mandato tuvo amistad y coincidencia breve, por cierto, con el hombre más poderoso del mundo y más que todo temido, a pesar de formaciones políticas diferentes, mostrándose como una más de las incertidumbres de sus decisiones públicas, influyó en la transformación y en el destino de una nación, que se revelaron en las fluctuaciones de sus erráticas acciones en los proyectos que emprendió.
 
Comenzó como un liberal lleno de deseos de implementar reformas, crear un parlamento, una constitución, para que al final decidiera abstenerse de realizar cambios de fondo por mantener su esencia de poder absoluto.
 
Su vanidad aumentaba al presentarse ante el mundo como el benefactor de su pueblo, pero a su liberalismo teórico se unía un carácter autócrata, sin que esto le representara ninguna contradicción.
 
Se destacó por su estrategia para derrotar al más poderoso de sus adversarios, al cual había admirado anteriormente y hábilmente lo empujó a su muerte.
Ese es el registro del Zar Alejandro I de Rusia, Rey de Polonia, gran duque de Finlandia, duque de Curlandia y Semigalia, perteneciente a la Casa Real de Holstein-Gottorp y perteneciente a la Dinastía Románov.
 
Fue hijo del gran duque Pablo Petróvich Románov, luego zar Pablo I y de la princesa alemana María Fiódorovna, hija del duque de Wurtemberg, además de nieto de Catalina la Grande, por lo que creció en un ambiente de libre pensamiento de la corte de su abuela, al ser instruido en los principios de Jean-Jacques Rousseau por su tutor suizo, Frédéric-César de La Harpe, al tiempo que Nikolái Saltykov le enseñó las tradiciones de la autocracia rusa.
 
El reinado de Alejandro I, fue glorioso al haber derrotado al gran ejército francés de Napoleón Bonaparte, expulsándolo de Rusia e incluso llegar a ocupar París, pero claro que antes ambos tuvieron una estrecha amistad y alianza, que los llevó a pretender el Zar, casar a su hermana con el Emperador francés, además de que Napoleón fue condecorado por Alejandro I con la Orden de San Andrés y el Zar recibió de él la Legión de Honor.
 
Solo precisando que Napoleón inicialmente en su camino de la conquista de Moscú derrotó a las tropas rusas en la sangrienta batalla de Borodino y posteriormente alojado como invasor en el Kremlin, tuvo que esperar inútilmente semanas a que Alejandro I cediera a la rendición formal, que al no llegar, obligó a Bonaparte emprender el regreso a su patria sin la anhelada victoria.
 
Napoleón en una situación precaria, lejos de sus bases logísticas, con sus líneas de comunicación vulnerables, tropas agotadas, así como hambrienta y el rigoroso invierno encima, consideró un completo desastre la campaña rusa, tiene su epilogo cuando a insistencia de Rusia, se formó una gran coalición con Gran Bretaña, España, Portugal y Prusia, así como la decisiva suma de Austria y Suecia, inclinó la balanza para este lado en la batalla de Leipzig y a Napoleón no le quedó más remedio que retirarse a Francia, siendo el inicio de su fin al partir a su primer exilio a la Isla de Elba, para regresar y ser derrotado en Waterloo, para ser desterrado a la Isla de Santa Elena, donde fallece.
 
Por su parte Alejandro I, que tenía el pleno convencimiento o la fantasía de ser instrumento de una misión divina, se replegó a orar durante largas jornadas diarias, dejando los asuntos de Estado en manos de sus ministros, por lo que su fallecimiento se envolvió en un misterio, ya que oficialmente murió durante un viaje, pero se forjó la leyenda de que había fingido su muerte para retirarse a hacer una vida ascética, pero lo asombroso es que su tumba, una vez abierta, fue encontrada vacía.
Ambas personalidades con toque de genialidad y hombres de su tiempo, conquistadores, de una sola y profunda visión, inquebrantable voluntad de sacar adelante sus empeños, estrategas políticos, que acumulan a su alrededor los más halagadores comentarios y las peores criticas de su paso terrenal.
 
Para entender nuestra sociedad actual es necesario conocer la historia universal, de nuestro continente, de nuestro país, de nuestra región, porque del estudio te aporta un criterio propio, algo que es tan cuestionado en los tiempos que corren y cada día más intolerantes quienes tienen una oportunidad para desempeñar una función pública.
La falta de exigencia, los constantes cambios en el sistema educativo, la ausencia de materias de formación como el civismo, el ultraje al idioma al hablarlo y escribirlo, así como el insuficiente interés por nuestra historia, han dejado un enorme vacío, perfecto para los que desean inculcar en otros, las versiones inventadas, tergiversadas, distorsionadas y a medida, logren sus propósitos. La historia no es de derechas ni de izquierdas, la historia es de todos.
 

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